miércoles, 14 de agosto de 2013

Guerra Mundial Z

En primer lugar he de reconocer que tenía muchos prejuicios antes de ver esta película. La novela de Max Brooks en la que se “basa” está entre mis favoritas. Y ver en el trailer al guaperas de Brad Pitt surfeando entre tanta ola de zombie castellers, como que me parecía patético.

De la novela solo han adaptado el título. Hay que reconocer que el libro es muy complicado de llevar a la pantalla, pienso que solo se podría adaptar en forma de serie de televisión, o de falso documental (la mejor reseña que se ha escrito del libro la podéis leer aquí). Así que para convertirla en una superproducción hollywoodiense había que tirar por el camino que ha tirado.

Como digo al principio, acudí a verla casi sin ninguna gana, ya me daba pereza cuando oí que la productora de Pitt se encargaría de su adaptación. Pero cual fue mi sorpresa al final de la peli, que no me había dado cuenta de los 116 minutos que habían pasado, y me entretuvo bastante.

La historia nos cuenta como una plaga va convirtiendo a la población mundial en muertos vivientes a una velocidad apabullante. Atrapando en su vorágine a Gerry Lane (Brad Pitt), ex integrante de las Naciones Unidas, y su familia, escapando por los pelos. Siendo éste, designado a localizar la causa y una posible cura, teniendo que recorrer medio planeta con este objetivo.
La premisa puede recordar a un sinfín de cintas del mismo corte, como pueden ser “28 días después” y su secuela, o la saga “Resident evil”, por poner un par de ejemplos. Y las recuerda tanto que incluso no aporta nada nuevo a la temática muerto inquieto buscando algún pobre incauto que echarse a la boca.

La película peca tanto de superproducción que se ahorra hasta los detalles más minimamente escabrosos, donde la gente se devoran unos a otros, y apenas se derrama un litro de hemoglobina en todo el metraje, ya algún detalle gore queda totalmente descartado, y es que no se puede estrenar una cinta de esta magnitud, donde sus principales consumidores son adolescentes, y no dejarlos entrar por una calificación de edad demasiado alta.
Brad Pitt hace de Brad Pitt, padre amante que se embarca en semejante aventura por mantener a su familia a salvo. Escapando de infinidad de situaciones peligrosas, de un modo más o menos verosímil, destacando las secuencias de Corea del Sur y la del avión por ser las más emocionantes. El resto del elenco cumple con la función de parteners del protagonista y poco más, vamos. personajes con menos fondo que una lata de anchoas, pero es que en realidad, la película se sustenta por las escenas de acción, y no por sus interpretaciones. Escenas en las que Marc Forster realiza un trabajo correcto, cayendo, tal vez, en el convencionalismo y la estética videoclip de movimientos rápidos, y escenarios oscuros. A mí me recordó bastante al trabajo que realizó en la penúltima entrega de Bond “Quantum of Solace”.
Película sin otra intención que la de entretenernos y que consigue evadirnos de la realidad en sus casi dos horas de duración. Sin ningún aporte al cine de este género, pero que seguro gustará al fan de cine en plan montaña rusa y a los de Brad Pitt, que no defraudará al que no llevé más pretensión que la de pasar un rato emocionante al fresquito de una sala de cine.

martes, 13 de agosto de 2013

Los últimos días

Siempre que se habla de una película española, tristemente se vuelve al eterno debate de cine español sí, cine español no. Así que para reseñar esta película, habría que señalar a los que están cargados de prejuicios cuando de cine patrio se trata, que merece la pena su visionado, para poder cambiar ese pensamiento arcaico.

Siempre he dicho que a mí me da igual la nacionalidad de una cinta, si es una buena película, lo mismo me da que sea americana, española, francesa, o del país de la piruleta. La única diferencia es el presupuesto cuando a cine de género nos referimos, y la falta de él es el problema más acuciante que sufre la cinta que nos ocupa hoy.

La premisa de la segunda cinta de los hermanos Alex y David Pastor sigue la senda de su ópera prima que fue “Infectados”, donde en ella se narraba la odisea de sus protagonistas huyendo de un virus que ha erradicado casi por completo a los habitantes del planeta. Esta vez es un virus que provoca una especie de agorafobia colectiva, donde la gente no puede salir a la calle sin sufrir unas trágicas consecuencias. Obligándolos a permanecer bajo techo, o bajo la superficie en el caso que quieran desplazarse. Es así como se moverán Marc (Quim Gutiérrez) y Enrique (José Coronado), el primero tratando de encontrar a su novia, el segundo con una premisa muy pobre de guión, que ya descubriréis.
Hay quien ha comparado la trama con “El incidente” de M. Night Shyamalan. A mí me recordó más a “El ángel exterminador” de Luis Buñuel, y es que ambas cintas comparten, aparte de la imposibilidad psíquica de abandonar, la estancia en el caso de la obra de Buñuel, los edificios en el de los hermanos Pastor, es el desconocimiento del hecho que lo causa, y del que no nos enteraremos en la película. Pasando este hecho a segundo plano, dando protagonismo a los efectos que provoca. Recordando en algunos momentos a la obra de Cormac McCarthy, “La carretera”.
Una idea que puede resultar atractiva a la hora de narrar los acontecimientos. En pantalla puede que no luzca tanto, y es que la falta de medios es evidente, y la reiteración de los directores en reflejar la ausencia de ser humano en las calles, quita credibilidad a la historia al notarse demasiado los efectos digitales, a años luz de producciones con mayor presupuesto. Por eso es en las escenas interiores, donde radica la fuerza del guión, al tirar de las interpretaciones, donde Quim llega a flaquear, haciéndose esto más evidente ante Coronado, que con el cambio de registro y evolución de su personaje nos vuelve a demostrar el gran actor que es.
Película que a pesar de su premisa, notamos que nos falta algo, algo que la convierta en la gran película que podría haber sido, quedando solo en una cinta entretenida y palomitera, que al menos destaca ante otros títulos patrios más pretenciosos que hacen que la mayoría siga prejuzgando al cine español.


jueves, 8 de agosto de 2013

La tumba de las luciérnagas

Cuando Japón bombardeó la base americana de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 sin previa declaración de guerra, no sabía lo que se le venía encima. Y es que el 6 de agosto de 1945 EEUU se tomó la revancha con creces. Esta vez no sobre una base aérea, sino directamente sobre la población civil de la ciudad de Hiroshima, repitiendo la operación tres días después sobre Nagasaki.

Así fue como el "bando bueno" dio carpetazo final a la Segunda Gran Guerra de la historia moderna, violando el tratado de La Haya y dejando más de doscientas mil víctimas sólo con la primera bomba.
Pero esto sólo lo hizo para dar por finalizada una guerra que prácticamente ya había acabado, por que durante toda la contienda, Japón ya fue bastante machacado con bombas convencionales e incendiarias por toda su geografía.

Fue en uno de esos bombardeos, donde el joven de 15 años Akiyuki Nosaka, perdería a su padre, donde su madre contraería una grave enfermedad y su hermana moriría poco después por malnutrición. Tiempo después, Akiyuki escribiría la novela que le daría la fama "La tumba de las luciérnagas", donde vemos mucha similitud entre su obra y su experiencia personal.

En 1988, el prestigioso estudio japonés de animación Studio Ghibli, con Isao Takahata en la dirección llevó dicha novela a la pantalla. La historia transcurre en el verano de 1945. Durante un bombardeo a la ciudad de Kobe, Seita de catorce años, corre junto a su hermana de cinco. Con la confusión y las bombas incendiarias, los niños no consiguen llegar al búnker donde les espera su madre. Después del bombardeo Seita logra encontrarla malherida en un hospital de campaña. Poco después la madre muere, y ellos son acogidos de mala gana por unos tíos que hacen cada vez más patente el desprecio hacia ellos, así que deciden abandonar la casa e irse a vivir por su cuenta, alojándose en un refugio antiaéreo abandonado. Pero aquí no les irá mejor, ya que la comida escasea tanto como la ayuda de los demás, y así, la desnutrición se hace cada vez más evidente, haciendo estragos en la pequeña. 
Con la excusa del 20º aniversario de la película, Jonu Media sacó una edición que consta de 3 DVDs, uno con la película original, otro con una copia restaurada, y un tercero con los extras. Siendo la edición japonesa mucho más completa, que salió el 6 de Agosto, coincidiendo con el triste aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima.

En 2005, el director Sato Toya realizó una nueva versión de la novela, esta vez con actores reales, pero en ella se basaba básicamente en la relación de los dos niños con su tía. Ésta, al contrario que la versión animada, es totalmente prescindible.
 Isao, famoso por sus adaptaciones al anime de "Heidi" y "Marco", supo llevar esta historia con maestría y ternura, realizada con una visión muy seria y objetiva, evitando el sentimentalismo barato prescindiendo de edulcorantes, tratando a su público con madurez. Aunque es una cinta de animación, tiene una duración de 93 minutos, que no se nos hace largos en ningún momento, combinando drama con momentos de ternura, consiguiendo que la trama no se nos atragante a pesar de su crudeza. A los cinco minutos de la película, nos olvidamos de que se trata de dibujos animados, sintiendo una gran empatía hacia los personajes, los cuales nos parecen muy reales. Demostrándo a más de un profano  que el cine de animación no va destinado sólo a niños.

Mientras vemos esta película podemos sentir más de una vez cierta incomodidad, pero no por la historia en sí, nos hace sentir incómodos cuando recapacitando, nos damos cuenta de que pertenecemos a la misma especie de todos aquellos que provocan la situación de los niños, que por culpa del miedo, el egoísmo, la avaricia y ese, a veces maldito, instinto de supervivencia que nos empuja a actuar de la manera más vil hacía aquellos que merecen esa supervivencia más que nosotros mismos. Demostrándonos, una vez más, que son los más débiles los que acaban sufriendo las consecuencias de la irracionalidad y ambiciones de los más fuertes.

Su banda sonora, compuesta por el genio Jo Hisaishi nos trasmite en cada momento, a veces más, que las propias imágenes, consiguiendo que sintamos más que ver.

La columna vertebral de la historia son las vicisitudes de los dos pequeños protagonistas, pero su trasfondo va más allá, haciendo un profundo análisis de la cultura japonesa, de la importancia que se le da, en dicho país, a la unión y estructura de la familia, y de cómo el actual gigante económico y tecnológico vivió su posguerra, machacado por haber elegido el bando equivocado.
 A pesar de que su tema sea reiterativo, y su mensaje antibélico redundante, dado el número de veces tratado en tantas y tantas producciones, independientemente sean sus personajes dibujados o carne y hueso, me parece que su visionado debería ser obligado para todo el mundo, y que no echen a nadie para atrás los comentarios de la dureza de la historia que nos cuenta. Por que por muy manido que esté ya el tema, está visto que no aprendemos, y volvemos a cometer los mismo errores, haciendo sufrir de nuevo a los más inocentes. Y esta película nos lo hace más patente por el simple hecho de verlo todo a través de la ingenuidad de los ojos de los dos niños, acentuando más aun el absurdo, el sinsentido y la irracionalidad de cualquier guerra.
 A veces he dudado en echarle un nuevo visionado a la cinta, por que considero que es la película más triste que he visto. Y es esa misma la razón que me empuja a verla de nuevo. Con una ingenua irracionalidad deseo que esta vez la historia cambie, pero entonces no sería la lección moral magistral que nos quiere hacer llegar, y que si los que hoy siguen provocando estas cosas en el mundo, fueran condenados a ver este tipo de historias infinidad de veces, como aquella secuencia de "La Naranja Mecánica", a ver si por una vez, como dijo José Luís Garci, fuese cierto eso de que el cine nos hace mejores personas

martes, 6 de agosto de 2013

Lobezno inmortal

Ayer fui al cine de nuevo, sorprendente, no por el hecho de ir en sí, sino por que me pude decidir por uno de los riñones que dejaría en la taquilla...

Esta vez le tocó a la segunda entrega de Lobezno, el spin off de la saga “X men”, y la sexta encarnación de Hugh Jackman en el personaje.

Para ser sincero, no tenía demasiadas esperanzas puestas en esta secuela, por que de la primera apenas me acuerdo, solo recuerdo que no me gustó demasiado.

Esta vez han querido recavar más en la psique del personaje, eso que está tan de moda y que le dio tan buenos resultados a Christopher Nolan con su Batman, y tantos bostezos a Zack Snyder con su hombre de acero. A James Mangold le ha quedado a medias. A la vez que nos acerca un Logan más humano, por su pasado atormentado, al que se suma la muerte de su mutante novia Jean con sus propias manos, llega a aburrirnos tanta autocompasión por su desdichada inmortalidad.
La trama se desarrolla en tierras niponas, donde su pasado le ha llevado de vuelta para despedirse de un antiguo conocido al que salvó la vida, y hoy ya anciano a punto de morir, quiere agradecerle aquel acto con un gesto muy “humano”.

El que esta vez sus enemigos tan estereotipados japoneses sean ninjas y yakuzas de la tierra donde nace el sol, es de agradecer, por que así se le da más protagonismo a las luchas cuerpo a cuerpo, sin tanta infografía. Que sí, con mucho cable, pero con menos efectos especiales que cuando sus contrincantes son mutantes con supérpoderes, echando mano más al efecto digital que a la interpretación.
En esto último hay que decir que también Jackman destaca más que en la anteriores. Debido a que vuelve a él su naturaleza humana, sufriendo sin recuperarse de sus heridas al instante, por lo cual, aparte de su atormentada personalidad, nos refleja también su dolor físico. El resto de actores también se encuentran a la altura de una producción de estas características, ninguno está para oscar, pero no llegan a decepcionar. Tal vez sea la rusa Svetlana Khodchenkova la más desaprovechada, interpretando una mutante bicha mala muy de cliché, que no llegará a ser memorable, y es que no han sabido explotar la sensualidad que luce en el cómic su personaje. Para colmo la han maquillado pareciéndonos feísima, con lo mona que es en realidad esta chavala.
Una película que entretiene, pero que sus 126 minutos de metraje se nos hacen un poco largos en algunos pasajes, donde volvemos a reiterar lo desgraciado que es nuestro héroe, y repitiéndonos la acción. Por que en Hollywood aun piensan que somos tan tontos que nos tienen que dejar las cosas, hasta en las cintas palomiteras, bien claritas.


viernes, 2 de agosto de 2013

Gru. mi villano favorito 2

Una cosa buena de tener hijos, sí, yo mismo me sorprendo al hacer esta afirmación, es que a medida que van creciendo, puedes ir haciendo cosas con ellos. Una de las que mas me gusta es ir al cine, aunque aún sean pelís de animación, como si no tuviese sobredosis en casa..., el caso es disfrutar en una sala oscura con una buena bolsa de palomitas, aunque las tenga que compartir.

Una de las pelis favoritas de mi retoño es “Gru, mi villano favorito”, así que como últimamente se porta menos mal, lo premiamos llevándolo a la segunda entrega de este malote encantador... me refiero a Gru.

La primera fue una producción de la Universal estrenada en 2010, más bien “modesta”, (si es que se le puede aplicar este adjetivo a 69 millones que costó), sin grandes pretensiones se llevó el gato al agua sin esperarlo, ya que recaudó 543 millones para sorpresa de sus propios creadores. Así que no es nada sorprendente que apareciera esta secuela.

Era una cinta bastante aceptable, aparte de unos buenos personajes, contaba con un buen guión. Cosa que no se puede decir de esta nueva entrega.
En esta entrega los personajes principales ya no pueden sorprendernos, al contrario, casi decepciona el principal un poco al quitarle la mala baba de la que alardeaba en la primera, cosa que han tratado de solventar añadiendo nuevos secundarios, que aportaran el ardid cómico fresco, cosa que solo queda en el intento, y cuyos gags ya nos adelantaban en los trailers.

El doblaje es parte del gran error de la cinta, mientras que Florentino Fernández, a mi parecer, hace una buena labor en su trabajo, ya tiene una experiencia en el medio, Patricia Conde se carga la película cada vez que su personaje abre la boca. Y es que la chica será muy mona, y quedaba muy bien haciéndose la loca en la tele, pero como dobladora habría que instaurar la pena de muerte y condenarla directamente sin juicio. Ahora que caigo, le pediría consejo a su ex que hizo el doblaje de “Escuela de Rock”, por lo que también habría que haberlo linchado hasta la muerte. Y ya no solo es que lo hiciera mal, Patricia digo, sino que cada vez que se oye su voz es a ella a quien vemos, y no a la que dobla, haciéndonos salir completamente de la película.
Pero lo peor de la cinta es que carece completamente de guión, las tres primeras partes de la misma es una reiteración de la nueva vida de Gru como padre responsable, con algún atisbo de lo que ocurrirá demasiado tarde, que es la parte en la que transcurre la acción, casi al final de la película.

Una pena que no hayan sabido aprovechar unos personajes que dan bastante juego, y no hayan echado mano a la ambigüedad que el exvillano podría haber explotado, o las situaciones con el noviete de la hija mayor, al que no han sabido sacar partido, quedando en meramente anecdótico.
Película que aburre y se hace larga, y cuando los niños empiezan a resoplar en una película destinada a ellos, es que el objetivo no se ha conseguido.


martes, 30 de julio de 2013

El lado bueno de las cosas

Es curioso el tema de los trailers, están realizados para hacernos atractivas las películas, y nos inciten a ir al cine a verlas. Pero la mayoría de las veces es publicidad engañosa, por que ni la película tiene ese ritmo, ni alguna de las escenas que esperamos aparecen en la peli. Así es, en la mayoría de los trailers aparecen escenas que se han rodado única y exclusivamente para el anuncio, sin aparecer en el film. Otras veces el trailer te echa tan para atrás, que esperas no tener que ver la película ni bajo tortura si alguna vez te llevan a Guantánamo.

Esto último fue lo que me ocurrió con “El lado bueno de las cosas”. Y es que el trailer estaba montado en plan telefilm de fin de semana, a pesar de que aparecía Robert de Niro, que viendo sus trabajos recientes, ya no es ninguna garantía su aparición. Y si es Bradley Cooper, uff, qué pereza. Pero por circunstancias de la vida, llegó a mi televisor, siendo, para mi sorpresa, todo un descubrimiento y un placer su visionado.
La historia comienza cuando la madre de Pat lo recoge de la institución psiquiátrica en la que ha estado internado durante unos meses por agredir al amante de su mujer, Pat (Bradley Cooper) vuelve con lo puesto a vivir en casa de sus padres (Robert De Niro y Jacki Weaver). Determinado a tener una actitud positiva y recuperar a su ex-mujer, el mundo de Pat se pone del revés cuando conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence), una chica con ciertos problemas y no muy buena fama en el barrio.
Creo que no se debe contar más por que el encanto de la cinta es ir descubriendo poco a poco lo que nos cuenta, por que pasamos de creer que estamos viendo una comedia romántica del montón, a escenas realmente dramáticas ocasionadas por el problema psicológico del protagonista, a dar un giro por su ecuador. Llevándonos a un final, no decepcionante, pero quizás demasiado fácil.
Aunque Bradley aparezca un poco sobreactuado, y Jennifer se ganara ese no tan merecido oscar por esta interpretación, nos reconciliamos con De Niro, viendo que donde hubo fuego aun quedan cenizas, donde el resto del reparto mantiene el tipo.
Lo que diferencia a esta película de otras del mismo corte, son su personajes. Esa complejidad ocasionada por lo vivido, y la situación de estrés en que se han visto envueltas sus vidas, hacen que sean impredecibles, transmitiéndonos hacia ellos cierta simpatía, y esperando que las cosas le salgan bien, sin involucrarnos demasiado, sin desear que nos ocurra lo mismo a nosotros mismos, como puede ocurrir en otras producciones edulcoradas hasta el extremo.

miércoles, 24 de julio de 2013

Tokio blues (Norwegian wood) de Haruki Murakami

Hacía mucho que oía hablar de Murakami, en particular de su novela “1Q84”, inspirada en el universo orwelliano de “1984”. Así, que no sé si por esto o por algo que leí por ahí, estaba convencido de que la obra de este autor se centraba en el género de la ciencia ficción. Como es uno de mis género favoritos, traté de encontrar algún título, e indagar, por fin, en su obra.

Conseguí un ejemplar de “Tokio Blues”, y me dispuse a devorarlo de una sentada. Cual fue mi sorpresa al no ver por ningún lado un ápice de ciencia ficción, o similar. Leía página tras página, sin que se vislumbrara nada fuera de la realidad, y como quedaban pocas páginas, pensé que como no viniese un ovni en la última y adujese a los personajes, no habría ciencia ficción ni por el forro.

Así fue, un telediario tiene más ciencia ficción que este libro, y es que el error fue mío. Este no es un autor del género, sino como cuenta la wiki, es un autor surrealista, posmodernista, géneros que tampoco encuentro en “Tokio blues” (¿?).
Lo que si descubrí en su lectura fue un autor intimista, nostálgico, onírico, triste y optimista al mismo tiempo. Y lo que me llamó la atención es que un autor asiático, tenga una forma de escribir tan occidental. Leyendo su biografía se entiende este rasgo.

El título original es “Norwegian Wood”, como la canción de The Beatles, canción a la que se hace alusión en el libro, al ser la favorita de uno de los personajes. Y es que se nota que el autor es un fan del grupo en particular, y de la música en general, por la cantidad de títulos y canciones que aparecen en su obra.
En la novela, un ya maduro Watanabe nos narra, en forma de flasback, su primer año de universidad, los recuerdos de su paso de la juventud a la madurez por medio de unos acontecimientos que podríamos denominar como extremos, donde convergen la muerte, el sexo, la amistad, y demás aspectos que van esculpiendo nuestra personalidad y nuestra manera de ser en la edad adulta. Todo ello narrado de un modo exquisito, transmitiéndonos la nostalgia y la parsimonia con la que el protagonista acontece los pasajes de su vida.

No quiero aportar ni una pequeña sinopsis, por que es imposible hacerlo sin desvelar algún dato de la historia, la cual se disfruta más si no sabemos nada.
En 2010 se estrenó la película basada en esta obra, dirigida por Trần Anh Hùng, siendo lo más destacable su banda sonora, firmada por Jonny Greenwood, que para quien no lo sepa, es el cantante del grupo “Radiohead”. Ya la tengo en mi poder, así que en cuanto la vea, os contaré si merece la pena dedicarle tiempo. Lo que si os puedo decir es que al libro sí merece emplearle su tiempo, que no será mucho por la facilidad con la que se lee, y aunque la historia parezca lenta o aburrida, Murakami me ha conquistado por su forma de narrar, haciendo que se aprecie cada detalle.